sábado, 25 de octubre de 2008

Un dios salvaje


El otro día fui al teatro Alcazar a ver esta obra y quede gratamente impresionada.La obra es de Yasmina Reza y parte de la anécdota de una pelea entre niños.en la que uno pierde dos dientes. Los padres de ambos se reúnen para hablar del conflicto. Cuando se levanta el telón los vemos charlado reposadamente, civilizadamente, hipócritamente. No hay que ser un lince para adivinar que esa pose se desvanecerá pronto. Y así sucede. El conflicto entre los menores pasa a un último plano cuando los cuatro personajes comienzan a despedazarse.
Es una pelea de todos contra todos: los dos matrimonios entre sí, cada pareja con su cónyuge y los hombres contra las mujeres. Afloran reproches, rencores y hasta la violencia física lo que, sorprendentemente, el público celebra con carcajadas. Tal vez al principio provoque risa, pero lo que pasa en esa especie de jaula de zoo, es descorazonador. Además el final tampoco contribuye a pensar que tenga solución.la directora Tamzin Townsend hace encaje de bolillos con un texto que apenas tiene acción para mover a los personajes, logrando una atmósfera cada vez más asfixiante. Marca pequeños movimientos, acciones mudas, miradas cómplices y silencios embarazosos. Sólo cuando estalla la violencia permite el desmadre de los actores, que parecen satisfechos de poder liberar la tensión que se puede cortar desde el patio de butacas.

Es difícil entender un éxito como el de este montaje sin las interpretaciones de Maribel Verdú, Aitana Sánchez-Gijón, Antonio Molero y Pere Ponce. Cada uno de ellos es una cabecera de cartel. Juntos, un cheque al portador. Sus trabajos son extraordinarios aunque, sin poner reparo a ninguno, yo destacado a Maribel por su magisterio en administrar los silencios, por su gestualidad y por su capacidad de transformación.
Id a verla,no os defraudara.

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